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Integración sensorial en niños: cómo el sistema propioceptivo y vestibular mejoran el desarrollo motor

Actualizado: 14 jul

El rol del sistema propioceptivo y vestibular en los niños para la regulación sensorial (según Jean Ayres)


Mucho se habla hoy de la “regulación”, pero ¿sabías que el sistema nervioso necesita integrar bien la información sensorial para que el cuerpo funcione de forma organizada? En esta entrada te invito a profundizar en cómo el procesamiento sensorial influye directamente en el desarrollo motor, la organización postural, la coordinación y muchas otras funciones fundamentales en la infancia.

Apoyándonos en la teoría de integración sensorial desarrollada por Jean Ayres, vamos a explorar cómo dos sistemas en particular —el propioceptivo y el vestibular— actúan como pilares de regulación en el sistema nervioso. No desde una mirada emocional, sino desde la función: cómo estas vías sensoriales ayudan al cuerpo a responder de forma adecuada al entorno.

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¿Qué es la integración sensorial?

Jean Ayres definió la integración sensorial como “la organización de las sensaciones para su uso”. No basta con que los sentidos estén “intactos”; es necesario que el cerebro pueda recibir, clasificar, interpretar y combinar la información sensorial para generar una respuesta adaptativa.


Una respuesta adaptativa es una acción útil, organizada y adecuada frente a una demanda del entorno. Por ejemplo:

  • Enderezarse al tropezar

  • Saltar con coordinación

  • Copiar un dibujo

  • Ajustar el cuerpo al sentarse en una silla


Estas respuestas no dependen solo de la voluntad o la inteligencia del niño, sino de cómo su sistema nervioso procesa las sensaciones.

Cuando este procesamiento es eficiente, el cuerpo responde con fluidez. Pero cuando hay dificultades en la integración sensorial, la respuesta puede ser torpe, desorganizada, exagerada o ausente. Y eso impacta en el juego, el aprendizaje, la movilidad, la atención y la autonomía.


El sistema propioceptivo: el regulador silencioso

La propiocepción es la información que recibimos de músculos, articulaciones y tejidos profundos. Este sistema le dice al cerebro:

  • Qué partes del cuerpo se están moviendo

  • Cuánta fuerza se está aplicando

  • Dónde está cada segmento corporal en relación al espacio



¿Qué función cumple?

Jean Ayres observó que el sistema propioceptivo no solo contribuye al esquema corporal y al control motor, sino que actúa como regulador central del sistema nervioso. Ayuda a organizar el nivel de alerta, el tono muscular, la postura y la planificación motora.

De hecho, Ayres proponía que la propiocepción ayuda a “modular” otros sistemas sensoriales, como el vestibular y el táctil. Es decir, cuando hay sobrecarga o desorganización sensorial, la estimulación propioceptiva puede “reequilibrar” el sistema y facilitar una mejor respuesta.


Cuando la propiocepción no se integra bien...

El niño puede presentar:

  • Dificultad para calcular la fuerza de sus movimientos (empuja demasiado, agarra con torpeza)

  • Torpeza motora, especialmente en movimientos nuevos

  • Búsqueda constante de presión o movimiento intenso

  • Problemas para sostener la postura o regular su nivel de energía

En estos casos, más que corregir la conducta, es clave apoyar al sistema nervioso con oportunidades de movimiento que nutran este sistema sensorial.


El sistema vestibular: base del equilibrio y la orientación

El sistema vestibular se encuentra en el oído interno y capta los movimientos de la cabeza, las aceleraciones, la gravedad y la orientación espacial. Trabaja en conjunto con los ojos y los músculos del cuello para mantener el equilibrio, coordinar la postura y guiar el movimiento.

Jean Ayres descubrió que la información vestibular se integra en áreas profundas del cerebro (como el cerebelo y el tronco encefálico) y tiene conexiones directas con funciones motoras complejas. También influye en la planificación motora (praxis), la estabilidad ocular y el estado de alerta.


¿Qué pasa cuando hay dificultades vestibulares?

El niño puede:

  • Evitar movimientos como girar, columpiarse o trepar

  • Buscar de forma excesiva estímulos intensos (girar, brincar)

  • Presentar desequilibrios frecuentes o caídas

  • Tener dificultades para organizar secuencias motoras

Cuando el sistema vestibular no está bien integrado, la respuesta adaptativa a los desafíos del entorno (como sostener el equilibrio o planificar un salto) puede fallar, generando frustración y desorganización funcional.


El sistema propioceptivo como modulador multisensorial

Una de las observaciones más potentes de Jean Ayres es que la propiocepción regula. Ayuda al sistema nervioso a organizar su respuesta ante múltiples estímulos, reduciendo la sobrecarga o la hipo-respuesta de otros sistemas.

Por eso, muchos enfoques basados en integración sensorial parten de proporcionar input propioceptivo antes o durante las actividades funcionales:

  • Apoyo de las extremidades sobre diferentes tipos de superficies

  • Empujar, arrastrar, cargar peso

  • Recibir compresión articular (a través del juego o la terapia)

  • Rodar, balancearse con peso corporal

  • Juegos de resistencia o presión profunda

Estas actividades no son solo “motoras”, son nutrición sensorial profunda que permite al niño estar en mejor disposición para actuar y adaptarse.


La importancia de las respuestas adaptativas

Volviendo a la base de esta teoría: lo que buscamos no es solo calmar o estimular al niño, sino permitir que genere respuestas cada vez más organizadas, eficientes y funcionales. Es decir: que pueda responder al entorno de forma adecuada y satisfactoria.

Las respuestas adaptativas son indicadoras de integración sensorial. Cada vez que un niño logra sostener el equilibrio, planificar una acción, coordinar sus manos, sostener su cuerpo o ajustar su conducta a una situación, estamos viendo integración sensorial en acción.

Cuando esto no ocurre, no siempre se trata de un problema conductual. Puede haber una base neurológica sensorial que está interfiriendo con la organización del movimiento y la acción.


¿Y qué podemos hacer desde casa?

No se necesita un gimnasio terapéutico para favorecer la integración sensorial de los sistemas propioceptivo y vestibular en los niños. En casa, muchas experiencias de juego natural pueden alimentar estos sistemas. Los niños pueden favorecerse de actividades como:

✔️ Saltar en la cama o sobre colchonetas (solamente cuando es supervisado por un adulto)

✔️ Pedirle empujar muebles livianos, como mover una silla de lugar

✔️ Cargar mochilas con peso ajustado (juguetes, libros)

✔️ Rodar como tronco o hacer la carretilla

✔️ Columpiarse, trepar, girar

✔️ Envolver al niño en una manta y presionarlo suavemente como si fuera un burrito

niño empujando silla actividad sistema propioceptivo en casa
Niño empujando una silla
mamá envolviendo a su hijo en manta técnica de presión profunda sistema propioceptivo
Mamá envolviendo a su hijo en manta: técnica de presión profunda












Lo importante es observar qué necesita el niño, cómo responde, y ofrecer oportunidades variadas que despierten y fortalezcan sus capacidades.


Para terminar

La teoría de integración sensorial de Jean Ayres nos recuerda que sentir bien es la base para funcionar bien. Que moverse, trepar, saltar, rodar y empujar no son solo juegos: son oportunidades de madurar el sistema nervioso y organizar la acción.

Entender la función del sistema propioceptivo y vestibular nos permite acompañar con más herramientas, sin juicios, y con una mirada respetuosa sobre las verdaderas necesidades del desarrollo.

“Cuando el cerebro puede organizar las sensaciones, el cuerpo responde con habilidad y seguridad” – Jean Ayres

 
 
 

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